lunes, 29 de marzo de 2010

HISTORIA DEL MUSEO ROMANO DE MÉRIDA

Y entonces llegó Moneo... Así titula su artículo Antonio Vélez en la Voz de Mérida. Interesante, descubre historias desconocidas para el gran público. Presupuestos de risa para un espectacular resultado que permitió alcanzar fama internacional al arquitecto y consolidó los inicios de Mérida como ciudad eminentemente turística.

Sólo me sorprende su comentario por la excepcional fábrica de ladrillo que reviste sus muros. Hacia el exterior, el ladrillo que dice que con tanto celo buscó y controló Moneo en su proceso de fabricación, luce degradado y muy deteriorado. Es cierto que se puede considerar que este aspecto un poco abandonado y decadente le otorga un aire semi industrial al edificio, como de nave o taller que esconde tesoros, al estilo de algunos edificios de la Barcelona industrial de principios del s. XX. Pero no sé si esa fué la intención de su autor, degradación artística del material noble con el paso del tiempo. Más bien parece un error en el proceso de fabricación del material, con lo que era mejor haber callado...

Y también echo de menos que no se comente cúal fué la fuente de inspiración más importante de Moneo, al menos yo siempre lo pienso cuando camino por el teatro romano de Mérida y contemplo sus arcos de medio punto. Igual que Navarro Baldeweg miró muy bien la Alcazaba de Mérida antes de diseñar el edificio de Morerías. 

Animo a Vélez a que escriba ese libro de historia del Museo Romano de Mérida.

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